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InicioOpiniónDEL SUR | ¿Se abrirán las anchas alamedas?

DEL SUR | ¿Se abrirán las anchas alamedas?

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A Simón y Vicente, chilenos que habitan en la Plaza de la Dignidad por la justicia y la paz

en la guerra de Piñera.

“… extranjeros, esta es,

esta es mi patria,

aquí nací y aquí viven mis sueños”

Pablo Neruda

Este lunes 19 de octubre las noticias de Bolivia, de Chile (un año del estallido social) y de Costa Rica me despertaron y me pusieron absolutamente en el Padre Nuestro Latinoamericano de Benedetti. Hoy cuando escribo recuerdo también que hace 47 años fue ejecutado en Puerto Montt mi amigo de la niñez y de la militancia José Luis Felmer Klenner, sin saber que su ejemplo inspiraría al comandante del FMLN José Luis, héroe de El Salvador.

Cuando el golpe de Estado en Bolivia que amenizó Almagro (haciendo de sirviente de Trump en su ministerio de colonias) le comenté a un alumno boliviano que en ese país del sur terminarían rogando por el retorno de Evo Morales. No es eso lo que hicieron los bolivianos y bolivianas este pasado domingo, pero fue parecido.

Entonces -para escapar de las miserias del patio, de las donaciones del sueldo estatal de los multimillonarios o de la amenaza de “redirigir” recursos a todas luces inmorales e inconstitucionales y de impedir el financiamiento de los partidos por quienes pueden financiar campañas con recursos propios y una ayudita de los amigos o socios, del perdonazo de impuestos que ellos evitan situando sus fortunas en paraísos fiscales – mejor levantar un poco la vista y mirar la Patria Grande, la Magna Patria (de Henríquez Ureña) que, a pesar de nuestra modorra, insiste en mostrarnos que el capitalismo en su versión neoliberal, fracasó.

Afortunadamente en Costa Rica el presidente no era Salvador Jorge Blanco del PRD, ni estamos en 1984. La posibilidad de un acuerdo con el FMI tuvo al país con dos semanas de protestas y corte de carreteras que provocó la renuncia a esa posibilidad por parte del gobierno.

Sin duda son otros tiempos. Aunque algunos lo hayan deseado, en ese país centroamericano no sacaron a la guardia a matar y el gobierno interpuso una “demanda penal contra los organizadores de las protestas, entre ellos el exdiputado y excandidato presidencial José Miguel Corrales, y el exdiputado Célimo Guido, por los presuntos delitos de asociación ilícita, instigación pública, obstrucción de vía pública, entorpecimiento de servicios públicos, motín, atentado, incendio o explosión.”

Lo de Bolivia es sin dudas un gran acontecimiento para la democracia “post OEA” y un reto para los países que han “redirigido” su política exterior a la categoría delos cancilleres que murmuran “yes sir”. Los bolivianos y bolivianas no contestaron las llamadas de Pompeo que por estos lados provocan tanto júbilo. En Bolivia hace tiempo el gobierno democrático de Evo Morales había expulsado del país a la USAID dejando sin financiamiento marchas indígenas contra el gobierno y otras iniciativas de la“sociedad civil”.

El recién electo presidente de Bolivia es considerado el responsable del “milagro económico” mientras fue ministro de economía y finanzas del presidente Evo Morales entre el 2006 y 2017, en un ejercicio económico absolutamente contrario al de las alianzas público privadas. En 2006 nacionalizó los hidrocarburos y no faltaron las amenazadoras sentencias de que eso provocaría una fuga de inversiones. A pesar de las amenazas el resultado fue otro: ningún inversionista se fue y el país creció y redistribuyó.

El mismo Luis Arce lo explica con estas palabras «Nuestro modelo económico funciona de modo sencillo: utilizamos algo que la naturaleza nos ha dado. Con el neoliberalismo esa riqueza estaba en manos de las multinacionales. Nosotros nacionalizamos para tener un excedente que se distribuye en dos fases: la reinversión para base económica y, por el otro lado, la parte redistributiva del ingreso” Y añade, sobre el rol del Estado: «Ese papel redistribuidor nos ha permitido crecer mucho más que cualquier otro país de la región”.

Entonces, como latinoamericanos estamos contentos por el avance democrático que significan los resultados electorales en Bolivia. Como chileno, y aunque parezca imposible todavía, espero una salida soberana al mar para la patria de Juana Azurduy.

Mientras tanto, en Chile se cumplió un año del llamado “estallido social” provocado por la presión acumulada de treinta años de crecimiento económico sin justicia social. Hay que ser ignorante o cómplice para afirmar que fue un fenómeno inesperado. Pueden ir anotando con toda seguridad que ésa es la modalidad que genera el neoliberalismo que acumula desigualdad y socava la dignidad. Hubo varios textos muy reconocidos que hicieron el diagnóstico del funcionamiento de Chile post Pinochet, entre ellos en 1998 “Chile actual, anatomía de un mito” de Tomás Moulián.

Los seres humanos estamos en la tierra para ayudar y ayudarnos: recién nacidos necesitamos de auxilios y llegados al ocaso de nuestras vidas también esperamos tener las asistencias necesarias. Todo lo que se oponga a esta reflexión más temprano que tarde perecerá política y socialmente junto con el sistema que pretende negarlo. Precisamente esa reflexión es la que explica las grandes manifestaciones estudiantiles del 2005 y luego las del 2011 que terminaron con fotografías de la élite política tomados de las manos queriendo parecer lo que no son.

En octubre del 2019 las protestas pasaron a mayores alrededores de una reivindicación muy “holística”: dignidad.

Y claro, si ponemos todo en contexto histórico, vemos que la suma de lo que provoca la rebelión social tiene una relación directa con las llamadas modernizaciones de Pinochet, contra las que el pueblo chileno salió a las calles en plena dictadura en 1983 y su eliminación fue el contenido principal de la movilización social para el plebiscito de 1988 y para la campaña electoral de 1989. Me refiero, entre otras, al plan laboral que prácticamente acabó con las organizaciones sindicales.

A la salud y la educación puesta en manos de los municipios para favorecer sin control la privatización de ambos derechos.

A las AFP que lejos de ser parte de un sistema de seguridad social califican solo como un sistema de ahorro forzoso responsable de que las pensiones por lo general no superen el sueldo mínimo,

A las ISAPRE que proponen planes de salud según los ingresos,

A la impunidad por las violaciones de los Derechos Humanos durante la dictadura (que parece prolongarse a los nuevos violadores en estos mismos días). Recuerdo que Armando Uribe, poeta, abogado, diplomático y militante de la Izquierda Cristiana hablando sobre éste y otros temas en una crítica carta abierta al presidente Patricio Aylwin señaló que «no hay justicia en la medida de lo posible, ni verdad a la medida, ni reconciliación y amor mesurados por el metro de lo ‘que se puede».

También importan las privatizaciones de empresas públicas que significaron que “el Estado de Chile se deshizo de 30 empresas, lo que le significó una pérdida que se estimó en más de mil millones de dólares”.Ése ha sido el resultado chileno de lo que por aquí se llama “alianzas público privadas”.

Finalmente está la Constitución de 1980, aprobada ese año mediante un plebiscito sin registros electorales y que aunque fue reformada sigue siendo una sólida contención para los cambios que las chilenas y chilenos exigen y esperan desde 1990.

Luego vinieron los treinta años post Pinochet, durante los cuales lo que era inaceptable en dictadura, pasó a ser tolerable en democracia.

Los acontecimientos de estos días en Chile parecen insinuar que la pura celebración del plebiscito este domingo 25 no será capaz de lograr lo que intentó el pacto de las élites del 15 de noviembre del año pasado.

Esa firma lo único que evidencia es que estaban tan asustados que se concentraron en apostar todo al cambio constitucional. Ojalá no se hayan equivocado en los resultados, pero también es evidente que, al no considerar las masivas movilizaciones y la profundidad del enfado y de la decepción, erraron respecto a la relación entre los componentes de un sistema político democrático.

Ojalá tuviéramos la posibilidad de hacer algo más de política comparada, con una profundidad mayor a la que permite un artículo semanal, pues es evidente que se está caminando por un sendero que ya otros transitaron con los resultados conocidos, por eso ruego con Benedetti:

“no nos dejes caer en la tentación

de olvidar o vender este pasado

o arrendar una sola hectárea de su olvido

y ahora que es la hora de saber quiénes somos

y han de cruzar el río

el dólar y su amor contra rembolso

arráncanos del alma el último mendigo

y líbranos de todo mal de conciencia,

amén.”

Guillermo Cifuentes
Articulista

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