Agencia Prensa Latina
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.- Los haitianos prosiguen hoy la construcción de un canal de riego en el río Masacre, compartido con la vecina República Dominicana, y no tienen intenciones de ceder, confirmó una organización campesina.
A pesar de las advertencias de Santo Domingo, “los campesinos prefieren morir antes que renunciar a la construcción del canal”, dijo al programa radial Magik, Jean Brévil Weston, coordinador del Movimiento de Agricultores de la Llanura de Maribaroux.
Indicó que la razón principal para reanudar las obras detenidas desde 2021, es facilitar el acceso al agua a la segunda llanura más grande del país en producción de arroz, y expresó su satisfacción con los avances. “Ahora mismo estamos en el nivel de albañilería para abrirnos al río, del cual estamos a unos 10 metros”, aseguró.
También desestimó intereses políticos detrás de la construcción del canal como sugirió el Gobierno dominicano, y afirmó que fue fruto de la voluntad, determinación, financiación y colaboración de los habitantes de Ouanaminthe.
No tenemos apoyo del Estado ni de ningún grupo político, solo de los ciudadanos resiodentes y en la diáspora, manifestó.
Por su parte, el gobierno de República Dominicana amenazó con cerrar la frontera, detener el visado a ciudadanos haitianos y suspender el comercio si no se detienen las obras.
Representantes de ambos países discuten desde la víspera en la Mesa Binacional del Agua de la Comisión Mixta Bilateral una solución justa y definitiva al problema del uso equitativo de los recursos hídricos compartidos del río Masacre, de conformidad con las exigencias del Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje del 20 de febrero de 1929.
Voces en Puerto Príncipe cuestionan que se deban detener las construcciones por presión de un país extranjero y llaman a activar el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, así como la Agencia Nacional de Recursos Hídricos para buscar soluciones al conflicto.
La construcción del canal, un proyecto del asesinado presidente Jovenal Moïse, debería regar unas tres mil hectáreas de la llanura de Maribaroux, en el noreste del país.
Los dominicanos, por su parte, argumentan que los trabajos desviarán el curso del río, que también es utilizado en su país.